Viernes:
El último disco de su cantautor preferido musicalizaba el escenario de la cocina con su desayuno de tres tostadas con manteca y café doble. Le esperaba un día muy largo. Su meta era corporizar el domingo que se aproximaba tal cual lo había digitado en su cabeza. Esta vez debería hacerlo sola y semejante desafío le gustaba. Tarareaba el tema que sonaba cuando un bostezo la interrumpió, estiró los brazos un largo instante y tomando los últimos dos sorbos de café se fue a caminar mientras repasaba mentalmente lo que tenía que hacer en la reunión de esa noche... Se despertó.
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Era de noche, ya muy tarde, cuando entró a su casa después de la reunión. Estaba cansada pero debía que seguir despierta y concentrada para completar algunos menesteres en su cuaderno. Ningún detalle debía quedar librado al azar... Imaginarse ese domingo daba nuevas energías a su cuerpo para que el cuadro que tenía en la cabeza se transformara en una realidad palpable... Una vez que terminó de corregir ideas y hacer dibujos en el margen de su hoja de ruta, se levantó de la mesa y guardó el cuaderno en su morral. Con la satisfacción de deber cumplido, se dirigió a la cocina y preparó un café que olvidó en la mesada; luego tomó el libro que había dejado a la tarde en la biblioteca. Ya en la cama se dispuso a terminar de leer ese eterno capítulo que había empezado el lunes hasta que, finalmente, los parpados se rindieron a la gravedad... Se durmió.
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Sábado:
Era sábado al medio día: solo faltaba un día cuando abrió los ojos y se dio cuenta de que se había quedado dormida vestida. Detestaba que le pasara eso que desde la adolescencia parecía haberse vuelto casi una costumbre durante los fines de semana. Tenía la sensación de no haber descansado y realmente lo necesitaba porque la fatiga del día anterior aún perduraba. Su libro yacía interfecto bajo la cama, lo buscó sin éxito... Todavía no estaba del todo inmersa en la vigilia.
Caminó lentamente por su habitación y se dirigió con la misma parsimonia hacia el baño para ducharse. Su desayuno ese día era diferente al del día anterior: un café, su eterno compañero, y una mordida casi sin ganas a la porción de pizza fría que había quedado olvidada en la mesa del living la noche anterior. En seguida salió a pasear por el parque que estaba cerca de su casa... Miró el cielo donde el viento jugaba con algunas nubes y se imaginó allá arriba, observando todo desde otra perspectiva... Se despertó.
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Domingo:
A media mañana sonó su teléfono y tanteando la mesa de luz leyó un mensaje que contestó casi por reflejo… pasaron unos segundos antes de que pegara un salto de la cama. Se había quedado dormida y todavía tenía innumerables llamados, traslados y cosas por hacer. Corrió por toda la casa en un collage vertiginoso de cepillo de dientes, desayuno, vestirse, peinarse y mandar los mails de última hora.
Salió a toda prisa de su casa pero a las dos cuadras tuvo que volverse cuando se dio cuenta de que tenía puestas zapatillas de diferente par (una roja tipo bota de lona y otra azul de cuero con abrojos). Se detuvo un par de segundos a mirar aquel lapsus de vestuario y, ante esa imagen, se dibujó en su cara una sonrisa que dejó escapar una risa casi imperceptible mientras regresaba para corregir el desperfecto… Se despertó.
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Anochecía en la plaza y hacia frío. Sentada en el piso, observaba fijamente la obra de teatro y, entre pausas, miraba de reojo las pinturas que estaban a su lado. Esta vez el frío no pudo calar en ella, la calidez del cuadro le servía de barrera contra el viento que soplaba desde el sur; sólo su flequillo, que cabrioleaba rebelde por su frente, se rendía ante él.
Habían quedado atrás las corridas, llevando y trayendo cosas y personas de un lado a otro, también quedaba atrás la esa terrible sensación de no poder terminar todo a tiempo.
Ese día era lunes, miércoles y todos los días de la semana que había pasado: era la suma perfecta, el domingo que antes estaba en su cabeza era ya real y le gustaba mucho… Se emocionó.
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Lunes:
Pasada la media noche caminaba con unos amigos por la calle cuando apareció un patrullero que se detuvo frente a ellos. Salieron dos policías pidiendo los documentos; ella no los traía consigo. Ante la manera tosca en que se dirigían los policías hacia ella y sus amigos decidió tomar aire llenando sus pulmones, hacer la cuenta regresiva de diez a cero para tranquilizarse, pero, para cuando iba por el cinco, ya no pudo, no pudo más y se puso a discutir con ellos. Durante aquella escena, que habrá durado unos diez minutos, no cambió en ningún momento su postura crítica ante el maltrato policial. Como resultado de ello terminó en la estación de policía demorada por desacato. A sus amigos no los llevaron porque tenían documentos y simplemente se quedaron perplejos mirando cómo se alejaba su rostro asomado por la luneta del patrullero. En la estación, un oficial inspector que estaba en el escritorio de ingreso la miró fijo reconociéndola en el acto: no era la primera vez que ella tenía esa actitud frente a las fuerzas de seguridad. Con una mueca de sarcasmo se le comunicó que debía pasar la noche en el calabozo.
Ya encerrada, se sentó en el húmedo piso de su celda y mirando sus zapatillas azules nuevamente se le dibujó aquella sonrisa de la mañana del día anterior… Laura era libre.
Infinitas gracias a mi amigo y compañero de lucha en La Salita: Pupi Carot.
Mirada Clandestina
28 de mayo de 2013
Diario de una niñera irresponsable.
Apenas terminada la obra, Flora y Fauna comunican a los papás que sus niños pueden llevarse, de recuerdo, animalitos hechos con globos. Los infantes se dan vuelta hacía mí con una sonrisa de oreja a oreja, pero con un movimiento reiterado de cabeza les hago saber que no cuento con el dinero suficiente para comprar souvenirs. Cómo puedo y muy rápido le pongo las zapatillitas a la inquieta Catalina, busco mi bolso detrás de la silla y ZÁS! La nena desaparece!
Agarro a Lauti de la mano bien fuerte, antes de que la tierra también se lo trague, pero ya es demasiado tarde, efectivamente uno de los dos, HA DESAPARECIDO.
El tumulto de padres e hijos desesperados por sus globos amorfos no me deja divisar a la pequeña por ningún lado. Inundada en pánico y sin pensarlo un minuto más, empiezo a correr cabezas, a patear progenitores y a caminar en círculos buscando a la extraviada. Por allá al final, al lado de Flora, encuentro a la criatura con los ojos empapados en lágrimas, esperando que algún bondadoso payaso le regale una jirafa que con las escasas monedas de su niñera no puede comprar.
Nota 1: Todo este horroroso suceso no habrá durado más de 3 minutos.
Nota 2: No fue de rata, me olvidé la plata!
Nota 3: Yo no confiaría a mis hijos a quién escribió esto.
Encuentro cercano.
La noche era demasiado hermosa para no volverse caminando.
Las manos en los bolsillos, el viento cálido en la cara. De pronto, a media cuadra de la comisaría, una silueta azul se acerca de frente. Se va aproximando rápidamente hacia mí. No puedo ver su cara, sólo distingo que es mujer. Ambas vamos acortando la distancia. Ya casi puedo verle los ojos. Luz. Me está mirando. La miro. A diferencia de todo uniformado sus ojos no miran desafiantes, estos ojos parecen entenderse con los míos, como sí viniéramos del mismo barrio, del mismo lugar, como sí nos conociéramos de hace tiempo, creería que hasta de chicas jugábamos juntas al elástico... No sé.
Las comisuras de sus labios se elevan de a poco. Está sonriendo. ¿Está sonriendo? Me está sonriendo! Increíble. Inmediatamente un recuerdo fugaz. 24 de marzo del 2012. Sí, es ella! La mujer policía que hace un año nos trasladaba, de una habitación, a otra con rejas.
¿Es posible que esos mismos ojos, que esa misma sonrisa acogedora fuera la misma que todas las noches levanta pibes de la calle para "rellenar números" en una planilla? ¿Será que con esa mirada pedía perdón a la sociedad por ser marioneta de este sistema represor? Quizás quería disculparse conmigo por haberme llevado ese día... O, lo que es peor, por volver a tener que hacerlo mañana...

Las comisuras de sus labios se elevan de a poco. Está sonriendo. ¿Está sonriendo? Me está sonriendo! Increíble. Inmediatamente un recuerdo fugaz. 24 de marzo del 2012. Sí, es ella! La mujer policía que hace un año nos trasladaba, de una habitación, a otra con rejas.
¿Es posible que esos mismos ojos, que esa misma sonrisa acogedora fuera la misma que todas las noches levanta pibes de la calle para "rellenar números" en una planilla? ¿Será que con esa mirada pedía perdón a la sociedad por ser marioneta de este sistema represor? Quizás quería disculparse conmigo por haberme llevado ese día... O, lo que es peor, por volver a tener que hacerlo mañana...
26 de abril de 2013
Mocasines.
Querido Papá: ¿Cómo va la vida por Alta Gracia?. Te escribo estas lineas para decirte que los extraño y que pienso todos los días en ustedes.
Hoy me acordé de vos. Iba volviendo de la facu y en un cartel sobre la avenida Valparaíso, una extravagante, colorida y atractiva publicidad decía: "CHICAS! VUELVEN LOS MOCASINES!"... (Fiu! ¿Realmente alguien podría emocionarse con una noticia así?)
¿Podés creer papá? Esos zapatos horrendos que vos traías en la mano cuando eramos chicas y nos decías: "¿Por qué no se ponen esto para salir?". Y nosotras, con nuestra mejor cara de upite, los mirabamos, tocabamos la gamuza marrón vetusta, veíamos esos detalles metalizados desagradables, hacíamos varias muecas de asco haciéndonos las graciosas y te decíamos con una risita sobradora: "Papá, eso no ya no está de moda, no se usa más".
Y vos nos contestabas: "Pero que moda ni que moda! ¿Sabén cuántas chicas de su edad quisieran usar estos zapatos?". (Ninguna en efecto. En esa época seguramente estaban de moda las botas altas hasta las rodillas que no te dejaban ni levantar un papel del piso.)
Hoy, 20 años después, sé que vas a venir con tu mejor sonrisita entre los dientes y nos vas a decir: "¿Ahora quieren usar MIS mocasines?"
Les mando besos a todos y espero verlos para las fiestas.
Te quiere, tu hija Lulú.
Hoy me acordé de vos. Iba volviendo de la facu y en un cartel sobre la avenida Valparaíso, una extravagante, colorida y atractiva publicidad decía: "CHICAS! VUELVEN LOS MOCASINES!"... (Fiu! ¿Realmente alguien podría emocionarse con una noticia así?)
¿Podés creer papá? Esos zapatos horrendos que vos traías en la mano cuando eramos chicas y nos decías: "¿Por qué no se ponen esto para salir?". Y nosotras, con nuestra mejor cara de upite, los mirabamos, tocabamos la gamuza marrón vetusta, veíamos esos detalles metalizados desagradables, hacíamos varias muecas de asco haciéndonos las graciosas y te decíamos con una risita sobradora: "Papá, eso no ya no está de moda, no se usa más".
Y vos nos contestabas: "Pero que moda ni que moda! ¿Sabén cuántas chicas de su edad quisieran usar estos zapatos?". (Ninguna en efecto. En esa época seguramente estaban de moda las botas altas hasta las rodillas que no te dejaban ni levantar un papel del piso.)
Hoy, 20 años después, sé que vas a venir con tu mejor sonrisita entre los dientes y nos vas a decir: "¿Ahora quieren usar MIS mocasines?"
Les mando besos a todos y espero verlos para las fiestas.
Te quiere, tu hija Lulú.
Democracia mata cacerola.
Cada vez que suena una cacerola, un niño recién nacido está recibiendo alimentación, educación y atención médica.
Cada vez que suena una cacerola, un medio de comunicación independiente está saliendo al aire.
Cada vez que suena una cacerola, un genocida va preso.
Cada vez que suena una cacerola, un jóven se acerca a la política.
Cada vez que suena una cacerola, una pareja gay se casa.
Cada vez que suena una cacerola, un estudiante toca por primera vez una computadora.
Cada vez que suena una cacerola, alguien vuela por Aerolíneas ARGENTINAS.
Cada vez que suena una cacerola, se legaliza la situación de un empleado en negro.
Cada vez que suena una cacerola, TODOS los argentinos podemos ver futbol para todos, y si no nos gusta, cambiar a cualquier canal de la TV Pública.
Cada vez que suena una cacerola, un científico deja de lavar platos.
Cada vez que suena una cacerola, un Argentino puede salir libremente a la calle a repudiar esta "Dictadura".
Cada vez que suena una cacerola, un medio de comunicación independiente está saliendo al aire.
Cada vez que suena una cacerola, un genocida va preso.
Cada vez que suena una cacerola, un jóven se acerca a la política.
Cada vez que suena una cacerola, una pareja gay se casa.
Cada vez que suena una cacerola, un estudiante toca por primera vez una computadora.
Cada vez que suena una cacerola, alguien vuela por Aerolíneas ARGENTINAS.
Cada vez que suena una cacerola, se legaliza la situación de un empleado en negro.
Cada vez que suena una cacerola, TODOS los argentinos podemos ver futbol para todos, y si no nos gusta, cambiar a cualquier canal de la TV Pública.
Cada vez que suena una cacerola, un científico deja de lavar platos.
Cada vez que suena una cacerola, un Argentino puede salir libremente a la calle a repudiar esta "Dictadura".
30 de octubre de 2012
Una cartera "Luis Vuitton"
Señora, ese pibe que a usted la está inquietando... Si. El de allá. El de capuchita gris y los ojos color exclusión. Ese, al que está mirando de reojo desde hace diez minutos mientras aprieta con fuerza contra su panza su cartera "Louis Vuitton" de cuero marrón. Ese pibe es, el que en vez de estar jugando a la mancha con sus amigos, ayuda a su hija a bajarse de la fuente sin que se lastime. El mismo que acaba de enseñarle a su hijo a atarse los cordones mientras usted busca un banco sin "mugre" para sentarse. El pibe de 9 años que tiene que volver rápido a su casa para cuidar de sus dos hermanitos porque su mamá se va a trabajar a "La mansión Herrera" (como ella le dice) para ganarse los ocho pesos por hora que serán el almuerzo de mañana... ¡Ocho pesos le paga! ¿Puede creer? Una señora de bien, así como usted. Con los mismos ojos color indiferencia. Y con una cartera "Louis Vuitton" de cuero marrón... igual... igual... a la de usted...
30 de septiembre de 2012
Soy.
Soy una paso, soy abrazo, soy la risa, una mirada, soy recuerdo y soy silencio.
Soy distancia, soy el agua, soy la sed y soy las ganas.
Soy paciencia, la insistencia, indiferencia, resistencia. Soy la espera...
Soy la duda, soy recuerdo, soy espacio, soy un grito y soy un sorbo.
Soy el hambre y soy los celos, soy el frío y soy el viento.
Soy momentos...
Soy distancia, soy el agua, soy la sed y soy las ganas.
Soy paciencia, la insistencia, indiferencia, resistencia. Soy la espera...
Soy la duda, soy recuerdo, soy espacio, soy un grito y soy un sorbo.
Soy el hambre y soy los celos, soy el frío y soy el viento.
Soy momentos...
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